Entrevista:
¿usted doctor Maturana, plantea que el eje de la convivencia humana es el amor. Pero los tiempos que vivimos, de competencia, de agresividad, desarmonizan esa convivencia. ¿Cómo conducirse para ser competitivos, como demanda la sociedad actual, y ser a la vez seres de amor?
Si se vive en la competencia, se vive en la negación del amor. Se cree y esto tiene que ver con el pensamiento darwiniano evolucionista, que la competencia es el motor del progreso, el motor evolutivo, y no es cierto. Al competir, el otro determina lo que usted hace.
¿Entonces, lo ideal es la no competencia?
No necesitamos competir. Podemos colaborar, pero competir es un acto humano que implica la negación del otro, y siempre se van a encontrar justificaciones para negar al otro.
Cuando se le dice a alguien eres competitivo, se le quiere decir eres una persona emprendedora, que busca el éxito. Se ha asociado el éxito con la competencia. ¿Por qué motivos?
Maturana: Desafortunadamente este país es central en eso, porque aquí están las islas Galápagos y gran parte de su trabajo evolucionista Darwin lo afincó en su experiencia en las Galápagos. Él se preguntaba ¿qué es lo que hace la evolución? Vivía en una época en que se pensaba en fuerza. ¿Cuál es la fuerza que mueve la evolución se preguntó? Tomó de los economistas de la época la noción de competencia y puso la competencia como un fenómeno de la biología, que no es, no ocurre. Los organismos no compiten, se deslizan, colaboran, hacen espacios ecológicos, de conjunto. Entonces, pensamos que el progreso tiene que ver con la competencia, que el eje del éxito es la competencia, que se hacen las cosas mejor si estamos compitiendo. Ocultamos la colaboración, la posibilidad de conversar.
Ximena Dávila: Hay una orientación en lo que hacemos en la vida cotidiana a un resultado. Competimos para un resultado y en tanto tenemos la mirada puesta en el resultado no vemos el proceso, tenemos como una ceguera, y eso pasa en las empresas, pasa en el espacio educativo.
Si nos despojamos de esos conceptos preestablecidos y aceptados socialmente ¿qué sería, entonces, ser exitoso?
Maturana: El éxito es calidad en lo que se hace, disfrute. A los niños les gusta hacer las cosas bien y preguntan cómo se hace. Entonces, en el momento que se saca el tema del éxito, ¿qué es lo que aparece?: la colaboración y la transformación de la colaboración, no la competencia. La otra cosa es que la noción de éxito se la asocia con el crecimiento. El que tiene más es más exitoso, y la biología también aparece con la historia evolutiva de la selección natural, esa idea de que las especies más exitosas son las más abundantes. Se piensa que la abundancia significa éxito bajo una mirada economicista y eso no es cierto. Estamos aquí los seres humanos en una cantidad gigantesca y estamos generando destrucción. La abundancia en sí no es un bien. La armonía en la convivencia es un bien.
Una de las cuestiones que ustedes plantean en sus estudios es que en el corregir acciones no esté presente el castigar. ¿Cómo corregir sin que haya implícito un castigo? La sociedad acoge el castigo como un acto ejemplarizador. ¿Cómo corregir en la educación, en la vida diaria, sin esa coerción que se ejerce a los demás seres humanos?
Maturana: Si yo castigo, el niño aprende a castigar. El castigo no es necesario, lo que es necesario es la conversación. Los niños son tan inteligentes como los adultos, sino que tienen una historia más pequeña. Si conversamos, si les explicamos de qué se trata, entienden y pueden colaborar con nosotros, porque se sienten bien colaborando.
Ximena Dávila: Pero ¿cómo es que aprendimos a castigar? ¿Desde dónde aprendimos a generar espacios de miedo? Tiene que ver con la cultura y la cultura como una red cerrada de conversación en este momento valida el castigar y producir dolor consciente e inconscientemente. Antes se decía que la letra con sangre entra. Sin embargo, los niños aprenden y expanden su creatividad en espacios amorosos, en espacios de paciencia.
Ustedes afirman que muchas de las enfermedades de los seres humanos se producen por la negación del amor. ¿Hay una negación consciente del amor?
Maturana: La competencia es una negación del amor. Para ganar en una competencia hay que vencer al otro. Y el que no gana, tiene todos los dolores del fracaso y enferma. Cuando un niño pregunta algo a alquien y no le contesta, lo niega.
Ximena Dávila: El amor es el espacio donde el otro aparece como legítimo en la convivencia con uno. La sutileza del amor tiene que ver con ampliar nuestra mirada.
Maturana: Amar tiene que ver con no anteponer un prejuicio o un juicio. Si el otro se siente escuchado, se siente amado.
Ximena Dávila: Siempre tratamos de convencer al otro de nuestros argumentos, y convencer significa vencer al otro. Conversar, en cambio, significa danzar juntos, significa quiero escuchar al otro, respetar al otro, porque me respeta. A veces escuchamos esperando que el otro valide lo que decimos, porque creemos tener la razón, entonces qué conversación hay cuando cada quien escucha desde sí.
sábado, agosto 13, 2011
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